Siempre he
pensado que cada ser humano tiene una misión en la vida, aparte de las que
naturalmente nos corresponden, y es la de ser feliz.
Hay que ser
feliz en todo estado de causa y a eso hay que dedicarle tiempo. Hace ya casi un
par de años, después de mucho buscar descubrí que una de las formas en que se
me manifiesta la felicidad es sobre la bicicleta, encontré una Eugenia que
pedalea por la vida y por los campos y sobre la bici llegamos a Salto Alto el fin de semana, Paola,
Lameth, Giselle, Roberto, Maite, Odalis y yo, salimos al atardecer y aunque nos despidió el día, nos dio la bienvenida una noche maravillosa
tras un atardecer impresionante que nos sigue recordando tantas cosas por las
que agradecerle al Universo. Atravesamos caminos, encendimos luces, perdimos el
rumbo, solo para volver a encontrarlo, nos reímos de nosotros mismos hasta que
nos dolían las tripas y hasta muy entrada la madrugada para caer rendidos en un
sueno poblado de gansos y de golondrinas.
El amanecer nos tomo por sorpresa con el alboroto de Janiel y Cristal y
la calidez de Rafaelina que siempre está dispuesta a apoyar a este grupo de
locos que le ha cogido con rodar por la vida y por los caminos de esta isla.
Yasiris nos
recibió con los brazos abiertos, tanto que nosotros no queríamos que nos
despidiera, aun a sabiendas de que siempre es necesario un adiós para un nuevo
encuentro. Llegamos a casa cansados sí, pero con esa felicidad en el alma que
nos da vida, que nos envuelve, que nos promete que ya nada será igual, sino
mejor.
La verdad es que si la felicidad tiene nombre
y apellido debe llamarse Salto Alto.
Eugenia Rosario
1 comentario:
Felicidades a ese grupo, siempre es una aventura estar con ustedes.
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